lunes, 28 de junio de 2010

Conferencia del Sábado Santo 2010

Este es el texto de la conferencia del Sábado Santo de 2010, presentado por el P. Humberto Rincón en la iglesia del Monasterio.

DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABADONADO?

Este día, dentro del triduo pascual, es un día de silencio, un día muerto, un día con cierto tono de tristeza, en el que aparte de la Liturgia de las Horas, no hay ninguna otra celebración litúrgica. No hay Eucaristía, como ayer Viernes Santo tampoco la hubo.

Se celebra, de alguna manera, la sepultura de Jesús. El hecho de que de verdad Jesús estuvo muerto. No se trató de una apariencia de muerto, como algunos argumentaron en la antigüedad.

Todavía resuenan en nuestros oídos las palabras de Jesús en la cruz en el relato de la Pasión según San Marcos y que cantamos como salmo responsorial el Domingo de Ramos: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

¿En verdad el Padre Dios abandonó a su hijo predilecto en la cruz? ¿Permitió que lo mataran de una muerte tan cruel? ¿No pudo hacer nada para salvarlo de esa muerte, para evitar esa muerte? ¿Qué Dios es ese?

Esas preguntas están en el trasfondo de mi reflexión de esta mañana.

1. El pasado 7 de marzo, en el tercer domingo de Cuaresma, a propósito del Evangelio que nos narraba la posición de Jesús ante las tragedias humanas que sucedían en su tiempo y que en el pensamiento común se atribuían a un castigo de Dios, afirmaba en la homilía que Dios no castiga a nadie (y tampoco premia a nadie) con ese tipo de sucesos. Y los invitaba a acoger el llamado del Señor a asumir nuestra propia vida con responsabilidad, aprovechando los dones que Dios nos ha dado, dejando vivir al Dios que habita al interior de cada uno.

Pues bien, todo muy claro hasta ahí. Pero no abordé entonces la problemática de Dios y el problema del mal: ¿Dios no tiene nada que ver con ese mal? o ¿por qué no evita el mal si es Dios?

Observemos cómo en nuestro mundo los males han ido en aumento, pero en aumento escandaloso, en vez de ir disminuyendo; es algo que escandaliza y nos obliga a pensar en lo que está sucediendo, y sobre todo, en qué tiene que ver Dios con este gravísimo problema.

Cuando uno vuelve la mirada a la historia y observa que los humanos nunca han estado en paz, que las guerras siempre han estado presentes, que el siglo XX ha sido el más violento de la historia de la Humanidad y que el XXI ha comenzado y sigue en las mismas. Cuando hemos podido ver que el fanatismo religioso ha hecho estragos y sigue haciéndolos… Cuando recordamos a personas como Hitler, Stalin, los dictadores de A. Latina en los años 70, los Talibanes, Bin Laden, Al-Qaeda. Cuando escuchamos relatos de la crueldad de la guerrilla, o de los paramilitares, o de los falsos positivos del ejército… En fin, al ver tantísima masacre entre humanos uno se pregunta ¿y Dios no puede hacer algo en estas situaciones?

Estamos impresionados todavía por los terremotos recientes de Haití y de Chile ¿fueron mandados por Dios? ¿Fueron permitidos por Dios?... O ¿qué tiene Dios que ver con esos fenómenos naturales.

Cuando uno observa la SUPERABUNDANCIA DEL MAL se pregunta ¿tendrá esta situación remedio? Y si la tiene ¿quién se lo va a poner? ¿Quién se encargará de hacer justicia ante tanta injusticia? ¿Qué hace Dios mientras tanto?

Cuando serenamente presenciamos la OMNIPRESENCIA DEL MAL y el oscuro porvenir que se vislumbra uno se pregunta ¿vale la pena creer en Dios? ¿No será mejor prescindir de él y dejar que las cosas las arreglemos nosotros solos sin contar con él?

Los que se profesan ateos tienen ante esta realidad desconcertante el argumento más claro para afirmar su posición y negar la existencia de Dios. Si Dios existe ¿por qué permite el mal?

2. Tal vez nuestro problema, nuestro planteamiento, tiene su historia. El problema no se planteaba así en los primeros años del cristianismo cuando estaba tan fresco el Evangelio, cuando se entendía y se acogía con fe al Dios revelado por Jesús, manifestado por él mismo con su vida, sus acciones y su palabra.

El problema surge cuando los filósofos y teólogos cristianos asumen la filosofía griega, y le aplican al Dios de Jesús las categorías de los dioses griegos, sobre todo la más importante para ellos: DIOS ES OMNIPOTENTE. Todo lo puede. Se abandona entonces al Dios amor de Jesús, al Dios que es gratuidad y que nos invita a amar también con amor gratuito.

Esto no es cuestión de palabras: de si es mejor “Dios omnipotente” o “Dios amor gratuito”. Está en juego nuestra visión de Dios y en consecuencia nuestra visión del hombre, del ser humano, y el sentido de nuestra existencia como creyentes en Dios.

3. Ya en la antigüedad existió un filósofo ateo: Epicuro. Es un filósofo griego casi contemporáneo de Jesús, quien critica la religiosidad de los griegos, y niega la existencia de Dios, precisamente aprovechando el argumento de que “si el mal existe, Dios no puede existir”. “Si Dios es omnipotente, ¿cómo es que existe el mal?”

Veamos su argumentación en un esquema de cuatro posibilidades, un argumento muy bien hecho y que no podemos esquivarlo, so pena de no ser justos con nosotros mismos y con los demás. Epicuro proponía cuatro posibilidades:

1ª. Dios “puede” acabar con el mal y “quiere”
2ª.- Dios “no puede” acabar con el mal, pero “sí quiere”
3ª.- Dios “puede” acabar con el mal, pero “no quiere”
4ª.- Dios “ni puede” acabar con el mal, “ni quiere”.

Lógicamente que un Dios que no quiera acabar con el mal, es sádico y no vale la pena que exista. Pero si puede y quiere y aún existe, ¿para qué vale? Para nada. Y lo mismo ¿para qué sirve un Dios que no pueda acabar con el mal? Total que ninguna de las posibilidades tiene sentido. Conclusión: Dios no es necesario para nada, no existe, lo hemos inventado nosotros.

Como vemos es un argumento muy fino, muy sutil, y quienes creemos tenemos que hacerle frente porque es precisamente uno de los argumentos más fuertes que presentan los ateos, para afirmar que Dios no existe.

No es un juego de palabras, ¡¡NOO!! Es un argumento muy serio y que toca la fe en Dios. Tan importante es enfrentarnos a este argumento, que de la postura que tomemos, depende nada menos que nuestra fe. De la postura que tomemos, aparecerá el Dios predicado por los filósofos griegos, el que predicamos en nuestra Iglesia durante siglos y aún sigue vivo, o nos acercamos al Dios que nos predicó Jesús. Hemos de volver sin duda a las fuentes, a LA PALABRA, a Jesús de Nazareth, a su persona, a su mensaje, a su vida toda.

4. Al asumir el pensamiento cristiano la filosofía griega y su manera de entender a Dios como el omnipotente, inconscientemente hizo una opción por una de las alternativas propuestas por Epicuro, la primera: “Dios PUEDE acabar con el mal, y QUIERE”. Ese es tal vez nuestro pensamiento, el de los que estamos aquí: Dios todo lo puede, y Dios quiere acabar con el mal.

Pero entonces, ¿qué pasa? ¿Por qué sigue habiendo tanto mal en el mundo y sigue en aumento?

La respuesta es bien fácil en esta manera de pensar: Al Dios que todo lo puede y quiere acabar con el mal, HAY QUE PEDIRLE CON FE, HAY QUE PEDIRLE CON INSISTENCIA. Funciona como los políticos y la política, hay que conseguirse una buena palanca, hay que buscar la intercesión de los santos que son amigos cercanos a él.

En definitiva: todavía hay mal en el mundo porque nos falta fe para pedirle a Dios. Si en Colombia todavía no hay paz es porque son muy pocos los que rezan de verdad pidiendo la paz. Cuando hace 10 años mi madre estaba enferma de cáncer y yo le pedí a Dios por ella, y resultó muriendo de una neumonía, es que me faltó fe en mi oración. Yo soy el culpable, porque Dios quiere y todo lo puede. No me hizo el milagro porque me faltó fe.

Este Dios, será omnipotente, pero es sobre todo caprichoso, que a los enfermos a unos los cura y a otros no. A unas personas las libra de la muerte y a otras no (como a su amado hijo Jesucristo). En un accidente unos mueren y otros quedan vivos. En un terremoto unos mueren instantáneamente, otros quedan sufriendo un tiempo más y otros quedan vivos. A unos secuestrados libera y a otros los deja pudriéndose en la selva, y así podríamos seguir hablando de todos los males que nos aquejan.

Ese Dios omnipotente, además de caprichoso, ya decíamos antes que es politiquero, pero también es:

  • paternalista (Nos deja infantiles. Siempre habrá que acudir a él si queremos salir adelante. Le encanta que le estemos siempre pidiendo que resuelva nuestros problemas).
  • “tapahuecos” (nos acordamos de él cuando nos van mal las cosas, le rezamos para que nos vaya bien en el viaje, en una entrevista, en un examen, para que consiga trabajo, para que el marido cambie, etc. Cuando las cosas van bien, ese Dios no asoma, no lo necesitamos —es para tapar huecos—).
  • “adivino”, conoce el futuro (lo que voy a hacer ya lo sabe, conoce la fecha de mi nacimiento y de mi muerte, todo lo tiene ya escrito, no tengo libertad alguna para nada).
  • “exigente y amenazador” (hay que hacer buenas obras para tenerlo contento, hay que estar bien con él para que cuando lo necesite no me vaya a negar lo que le pido).
  • “incapaz de amar gratuitamente” (ama al que se porta bien y castiga al que se porta mal). Es el Dios que obra según el criterio: “si me das, te doy”.
  • “milagrero”, y como ya vimos antes, injusto pues a unos les hace milagros y a otros no.
  • “sagrado” y “mágico” (lejano de nosotros, intocable, que requiere de ritos bien hechos para que nos atienda, ritos vacíos sin vida, sin verdadera fe).
El ser humano correspondiente a este Dios, es un ser sin libertad, irresponsable, incapaz de amar gratuitamente, mágicamente religioso, que cumple aparentemente las leyes sin asumirlas de verdad, pecador, incapaz de fe auténtica porque tiene miedo a Dios.

5. Busquemos solución a nuestro problema de Dios y el problema del mal: volvamos al planteamiento de Epicuro, y tomemos de ahí una solución invirtiendo los términos de la segunda proposición: DIOS QUIERE ACABAR CON EL MAL, PERO NO PUEDE.

Los invito también a volver a la Palabra, al Evangelio, a la Buena Nueva de Jesús. Los invito a recordar al Jesús que hemos contemplado en estos días de cuaresma en nuestra Lectio. Al Dios revelado por Jesús en la parábola del Padre misericordioso. Al Dios revelado por Jesús en el encuentro con la mujer adúltera.

Al afirmar entonces que DIOS QUIERE ACABAR CON EL MAL, PERO NO PUEDE, ¿Estamos negando que Dios, el de Jesús, es OMNIPOTENTE? No, no lo negamos, solamente que cambiamos el sentido de la omnipotencia. No cometemos el error de nuestros cristianos del siglo III, que al poner en primer lugar la Omnipotencia antes que el Amor Gratuito, desbancaron el mensaje de Jesús. El Dios que nos predica Jesús no es omnipotente al estilo griego, es ante todo AMOR GRATUITO y desde el amor, es omnipotente. Expliquémonos mejor: Dios todo lo puede, pero ¡desde el amor! Su omnipotencia depende del amor. Dios todo lo puede, dirá Jesús, pero en el amor, esto es, siempre y cuando nosotros, amorosamente le dejemos obrar. Por eso puede hacer lo que amorosamente puede hacer, si el ser humano le deja obrar.

Si Dios me ha creado libre, porque me ama, NUNCA me quitará la libertad. Si Dios me ha hecho creador con él –cocreador-, nunca intervendrá en la naturaleza haciendo milagros… por la sencilla razón de que me deja libre, me deja responsable y ama a todos gratuitamente. Por eso, si cura a uno sólo, tendría que curar a todos, porque todos somos sus hijos e hijas. Dios sería un sádico si curara a unos y a otros los dejara en su enfermedad. Si a unos los librara de la muerte y a otros los dejara morir en un accidente.

Si Dios me ama gratuitamente nunca podrá hacer ningún daño, ningún mal. Por eso no puede tolerar, si dependiera de Él, que alguien muera de hambre, que haya violencia, guerras, malos tratos, injusticias. Si las hay, es que Él no puede hacer nada para evitarlas, pero nos ha dado la libertad y la capacidad para superar el mal. El mal que existe no depende de Dios, sino del ser humano, que no ama, que se busca a sí mismo, olvidándose de la responsabilidad que tiene sobre el hermano, a quien debe amar también gratuitamente.

Claro está que no somos tan libres como creemos y deseamos, porque nacemos con nuestras tendencias torcidas y apegos que nos limitan.

Estamos entrando en OTRO MUNDO DIFERENTE, en OTRO DIOS totalmente diferente al de la filosofía.

Leyendo el Evangelio, conociendo al Jesús que aparece allí, vemos y sentimos que Jesús LUCHA CONTRA EL MAL de una manera vital y decidida, tanto que por luchar contra el mal, LO MATAN EN UNA CRUZ, prueba evidente de que Dios no quiere el mal.

Pero también la vida de Jesús es prueba evidente de que Dios NO PUEDE ACABAR CON EL MAL: recordemos la oración de Jesús en Getsemaní y entenderemos mejor.

Este argumento, esa realidad dolorosa de Jesús, esa impotencia de Jesús frente al mal que se le viene encima, nos muestra con toda claridad, que el Dios que Jesús predica no es omnipotente a la manera de la filosofía griega, que el Dios de Jesús no interviene en las decisiones de los humanos, y si los humanos deciden matar a su propio Hijo, pues lo matarán y ÉL no intervendrá en nada.

DIOS NO NOS PUEDE LIBRAR DEL MAL FÍSICO ¡NUNCA! Si no libró a su propio Hijo, ¿cómo rogarle que nos libre a nosotros?

Dios no nos libra del mal físico, pero SÍ NOS AYUDA A SUPERAR EL MAL FÍSICO. Es también lo que se nos enseña en Getsemaní: dice Lucas, que “se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba”; no lo libró de la cruz, pero le fortaleció para que la superara, y pudiéramos verle tan sereno, tan dueño de sí, tan profundamente humano, tan divino, que desde la cruz nos dice: “Abbá, perdónales, no saben lo que hacen” y bien sabían que mataban a un ser humano, pero el pecado, el orgullo, el ansia de poder, el tener criterios equivocados respecto a Dios, les lleva a matar creyendo que esa es la voluntad de Dios y que dan gloria a Dios con esa muerte.

6. Veamos, pues, qué Dios nos revela Jesús:

Ese Dios es AMOR GRAUITO: ama porque quiere amar.
Es la más linda revelación de Jesús. Es lo más genuino de la revelación de Jesús. Un Dios QUE AMA GRATUITAMENTE, no se percibía en el A.T., es Jesús quien nos lo ha revelado.

Por eso, Jesús no nos dejó 10 mandamientos, sino uno sólo: “ámense porque Dios les ha amado a ustedes”… Y no hay más mandamiento que ese. Y es que no podía haber otro, porque el amor gratuito NUNCA PONE LEYES NI MANDAMIENTOS A NADIE… Si así hiciera, no sería amor gratuito.

Es un Dios Creador de vida y para que vivan, crea con gozo:
Lo primero que se advierte en la Biblia es que Dios crea gozosamente, y crea vida, no muerte. Y que al crear se siente feliz, goza creando, y cuando ve lo que ha creado, afirma que “es bueno” y cuando crea al ser humano afirma el autor sagrado que es “muy bueno”.

Es un Dios que ama la vida, “y nada de lo que ha creado lo destruye” es un Dios que desea, que anhela que los vivientes vivan, y por eso, cuando el ser humano, su obra preferida y predilecta, muere, LE REGALA LA VIDA DEFINITIVA, porque no puede tolerar en su amor gratuito, que ninguno de sus hijos e hijas, quede sin vivir, y es un regalo, no por méritos propios del ser humano.

Pero es un Dios que no crea cada cosa, sino que CREA-CREANDO. Esto es, que crea en evolución. Las cosas van naciendo porque su inteligencia ha puesto vida en la materia, y leyes físicas capaces de recrear la vida.

Y por que ama, “crea a su imagen y semejanza”, desea que lo creado disfrute de su misma vida, y que algunas de sus criaturas, los seres humanos, sean COMO ÉL.

Es un Dios que crea libremente y crea seres libres
Dios anhela que en la evolución llegue alguien que sea un “tú” para Él. Esperó siglos y siglos a que naciera el ser humano, libre y con capacidad de amar para entablar con él una relación de amistad, de amor.

Un Dios que se arriesga tantísimo, pues al crear un ser libre, se expone a lo que ya vemos que se ha expuesto, a que ese ser libre, tocado en su libertad, pueda hacer tantísimos males… Pues a pesar de saber que eso ocurriría, lo creó, se arriesgó, por que el amor siempre se arriesga a creer en la otra persona. Quien no ama, nunca crea seres libres; quien no confía, nunca puede generar libertad en las personas.

Es un Dios que se somete a la libertad del hombre creado por ÉL.
Recordemos la parábola del Padre misericordioso que leíamos el 4º Domingo de Cuaresma.

Pareciera un disparate, pero es una bellísima realidad. ASÍ es nuestro Dios, el que nos regaló Jesús. Lo que decida el ser humano, eso es lo que se hará. Dios no interviene para nada. Si decide usar mal de su libertad, Dios calla y espera… Dios se oculta y espera. Dios está llamando a la puerta del ser humano y espera… Si le abre, bien, y si no le abre… equivocará su camino y acabará con la humanidad…

El hombre puede decir sí o no a Dios y Dios calla. Ni castiga, ni tan siquiera se hace sentir advirtiendo o regañando. Si el ser humano encuentra en su camino otro ser que le muestre cómo es Dios y es acogido, sucede la conversión y el ser humano cambiará, pero Dios no habla con nadie directamente, porque no puede… No interviene en la historia a no ser que el hombre le deje intervenir y al intervenir, potencia la libertad del ser humano para que realice el bien.

Es un Dios amigo del hombre, su mejor amigo:
Si Dios nos ama gratuitamente y nos ha creado libres, no es para olvidarnos, para dejarnos en el camino, para desentenderse de nosotros. ¡¡NOOO!! Él nos ha creado libres, porque desea que libremente nosotros nos acerquemos a él con plena libertad, con confianza. Él quiere relacionarse con nosotros en libertad, y cuando dos seres libres se comunican ¡¡¡NACE LA AMISTAD!!!

Dios quiere que nos comuniquemos libremente con ÉL. Quiere nuestra amistad, se siente feliz cuando el ser humano le tiene como amigo. Jesús nos lo dice con toda claridad en el evangelio de S. Juan: “a vosotros ya no os llamo siervos sino amigos, porque les he dado conocer todo lo que el Padre me ha revelado”. Dar a conocer toda mi intimidad a otro ser libre, ¡¡es AMISTAD!! y eso es lo que ha hecho Jesús con nosotros, y quiere seguir haciéndolo. Él está esperándonos, de nosotros depende si le hacemos caso o no.

Y como buen amigo, no depende de mi comportamiento que continúe o no siéndolo. Él siempre es amigo porque me ama gratuitamente. Me porte como me porte, Él siempre me ama y quiere ser mi amigo.

Es un Dios que no interviene en el mundo físico.
Nuestro Dios, el de Jesús, no interviene en el mundo físico. Ni tan siquiera en la Historia de la Humanidad, a no ser que el ser humano le deje entrar en su historia. Pero ni aún así interviene en el mundo físico. Esa labor se la ha encomendado al ser humano y la respeta totalmente. No hace llover, no hace salir el sol, no nos da directamente la vida, no quita la vida a nadie, no cura ni libra de la muerte física. Desde que el hombre asomó en este planeta Tierra, Dios se ocultó y dejó en manos del ser humano el devenir de la Tierra y el devenir de su historia.

Si el hombre admite a Dios en su vida, la Historia será Historia de Salvación si lo rechaza, pues ya vemos en qué se convierte nuestra historia. No perdamos el tiempo pidiendo a Dios lo que Dios no puede hacer. Responsabilicémonos de lo que nos toca hacer, y si no alcanzamos, pues no alcanzamos.

Es un Dios que crea CO-CREADORES.
Una de las bellezas de nuestro Dios, es que ha encomendado al ser humano la responsabilidad de su propia vida, y de la Tierra en la que ha nacido. Dios está presente recreando la vida, pero ha encomendado al ser humano que haga realidad esa recreación constante de Dios.

¡¡¡Dios anhela que su criatura más amada, el humano, tome seriamente en sus manos la responsabilidad de crearse a sí mismo!!!, (madurar, educarse), de ser cocreador de otros humanos (hijos, prójimos…) ¡¡¡y de cocrear la creación!!!

Esa es nuestra vocación de seres humanos. Realizándola nos hacemos divinos y este mundo estará libre del mal, y los humanos viviremos felices, que para eso nos ha creado Dios.

7. De todo lo dicho anteriormente queda la verdadera imagen del ser humano según el Dios de Jesús:

- Libre, amado gratuitamente, amigo de Dios, co-creador, responsable de sí mismo, responsable de sus hermanos.
- El humano es responsable de su crecimiento y pide ayuda a los otros.
- El ser humano es autónomo, no depende de leyes, sino del amor gratuito. No tiene que robar a los dioses —como hacían los griegos— la libertad, se la han regalado gozosamente porque es amado gratuitamente.
- El ser humano es un ser vocacionado: un ser con sentido de vida, con finalidad. Un ser invitado a participar del plan de Dios, un ser llamado a vivir divinamente. Un ser invitado a colaborar con el creador.
- El ser humano es un ser llamado a la felicidad en la fidelidad, claro que para lograrlo tendrá que aprender a ser libre, a ser responsable, a vivir su vocación de cocreador. La felicidad aquí en la tierra no es un regalo, hay que luchar para conseguirla. No así la vida eterna, que es regalo de Dios porque es “bueno”.
- El ser humano no sólo es amigo de Dios, sino HIJO DE DIOS. Es consecuencia de la revelación de que Dios nos ama gratuitamente. Somos hijos, no cualquier cosa. No somos dejados en esta tierra y olvidados. NO… Él está con nosotros siempre, claro que yo lo tengo que dejar entrar en mi vida. Y dejarlo entrar como Padre, no como juez.
- El ser humano está llamado a vivir eternamente. Nuestro Dios porque nos ama gratuitamente, nos da como regalo la vida eterna. ¡¡SOMOS ETERNOS!!
- El ser humano es invitado a ser “sacramento de Jesús”, esto es, a que viva de tal manera que viéndole, los demás digan, “así debió de vivir Jesús”. Invitados a vivir como Jesús, el hombre por excelencia, el modelo de ser humano y de hijo de Dios.
- El ser humano está llamado a “abrir espacios en esta tierra, al Reino de Dios”. A dejar que Dios reine, a dejar que el Espíritu de Cristo resucitado penetre y sature el corazón de todos.
- El ser humano está llamado a vivir “la utopía del Reino”, esto es, que a pesar de los pesares, a pesar del mal, somos llamados a la esperanza de que hay un futuro mejor, pero no allá solamente, sino acá en esta tierra también. Y esa esperanza, la hacemos poco a poco realidad en nuestra persona y en nuestro entorno de vida.
- El ser humano es llamado a ser responsable de sí mismo. A crecer día a día en humanidad, en divinidad.
- El ser humano es una persona comunitaria, vive entre hermanos, pues todos somos hermanos por voluntad del Creador.

8. Dispongámonos a celebrar el misterio central de nuestra fe: la Resurrección de Cristo. Celebremos que Cristo está vivo, que su vida no terminó en el fracaso y en el absurdo. Acojamos con fe y decisión la gracia de Cristo resucitado que es su mismo Espíritu. El Espíritu Santo es el don, el regalo de la pascua. Renovemos con sinceridad esta noche nuestro compromiso de vivir la vida nueva del resucitado muriendo al pecado y viviendo para Dios que todo lo puede, si lo dejamos.

3 comentarios:

  1. que lamentable homilia, o sea que los milagros de Cristo en los evangelios son pura paja? le recomiendo colgar el habito, para leer a apologetas como ud prefiero ver a cantinflas.

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  2. Hereje... Tú tienes razón y la Iglesia y sus santos en dos milenios, se equivocaron. Vayase a freír patatas y deje el hábito del glorioso San Benito. Eso no es monasterio, es carnaval. Lefevbre tiene razón en todo.

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